En pleno ocaso de la minería del plomo, que dominó el panorama económico de la provincia de Almería a lo largo de todo el siglo XIX, un nuevo golpe de efecto consiguió mantener el espejismo de una prosperidad sin desarrollo. A partir de 1880 comenzaron a explotarse diversos criaderos de mineral de hierro en la mayor parte de nuestras sierras, con desigual fortuna a lo largo del siglo siguiente. El principal enclave, tanto por el volumen de su producción como por su continuidad en el tiempo, fue la umbría de la Sierra de los Filabres, y más concretamente la zona de Bacares-Serón. A diferencia de lo que ocurría con la explotación del plomo, el precio del mineral era sensiblemente más bajo, lo que obligaba a reducir drásticamente el coste del transporte para mantener una mínima rentabilidad. Es por ello que debieran acometerse en su momento una serie de instalaciones tales como tolvas, cables, ferrocarriles, cargaderos y embarcaderos, de una gran complejidad para la técnica de la época. El objeto de la visita es comprobar in-situ el grado de conservación de los elementos que han sobrevivido al cese de la explotación (en la década de 1960), y al implacable paso del tiempo. El pueblo minero de Las Menas se encuentra en pleno proceso de rehabilitación por parte de la Junta de Andalucía, en lo que constituye un meritorio de ejemplo de preocupación de una Administración Pública por preservar el Patrimonio, de la mejor forma posible, que no es otra que poniéndolo en valor. En esa línea, se encuentran en servicio un área de acampada, hotel-apartamento, restaurante y bungalows, como oferta turística de calidad en un entorno natural privilegiado, aprovechando las viejas edificaciones de un poblado que en su época de máximo esplendor llegó a albergar hasta 2.500 personas.
Afortunadamente, se ha sabido conjurar el riesgo de descontextualización, merced al monumento al minero, simbolizado por una vagoneta entrando en la boca de la emblemática Mina de la Concepción, y a la señalización de las principales dependencias del poblado mediante paneles explicativos. Desafortunadamente, rara vez la Administración hace una gracia completa. El enorme desembolso realizado en urbanización del entorno y rehabilitación de edificios no se ve acompañado de una mínima labor de seguimiento y mantenimiento, ya que la totalidad de los paneles informativos se encuentran en un estado lamentable, como consecuencia del desgaste producido por efecto de la exposición a la luz solar de las láminas empleadas.
El itinerario recomendable para hacerse una idea de la magnitud de las instalaciones es el que se inicia en la parte alta del poblado, tomando una pista de tierra a la izquierda de la carretera de acceso. Se trata de la primera parte de un recorrido más amplio, y perfectamente acotado, que en poco más de dos horas lleva, por entre pinares de repoblación y encinares autóctonos, hasta el Área Recreativa de La Rosariera, en las cercanías de la explotación minera “Gran Coloso”. En primer lugar, nos encontramos con el barrio de El Cortijillo, donde podemos observar los restos de la central eléctrica de la Sociedad del Chorro, que suministraba energía al poblado. A continuación, dos grandes explanadas que fueron canteras de explotación a roza abierta, con varias bocas de minas en las que resulta muy peligroso adentrarse. Convertida la pista en sendero, bordeamos el Barranco Menas frente al poblado logrando una excelente perspectiva de conjunto. Si no queremos realizar la totalidad del itinerario lo aconsejable es descencer la ladera del barranco (ojo a los resbalones) cuando nos encontremos en la vertical del puente metálico.
Una vez abajo nos detenemos en lo que fue la estación de carga del Cable Cabarga San Miguel, construído por una empresa filial de la holandesa W.H. Muller, que a través de 7 accidentados kilómentros unía las minas Menas, San Miguel y Dulce María con el cargadero de Los Canos, junto al Ferrocarril de Lorca a Baza y Águilas (la conocida línea del Almanzora). Del conjunto destaca la enorme tolva, perfectamente conservada.
Para hacernos una idea de la magnitud de las inversiones realizadas en la zona, señalar que existieron otros dos cables (Manzano y Cortijuelo), que junto con sus correspondientes ramales llegaron a sumar una longitud construída superior a los 25 kilómetros, descargando en el gran depósito de la Estación de Serón.
Descendemos a continuación hacia Serón, siguiendo la antigua carretera, encontrándonos con la vieja ermita de Santa Bárbara, de aire centroeuropeo, que se encuentra en pleno proceso de restauración. En toda la bajada seguimos contemplando ruínas de las estaciones intermedias de los diferentes cables mineros, en unos escarpados parajes de gran belleza.
La estación de Serón conserva aún parte de la grandeza que albergó hasta el desmantelamiento del cable del Cortijuelo en 1953. Anteriormente había desaparecido el cable del Manzano, en pleno proceso de agonía de la minería del hierro. Sigue en pie, no obstante, la estructura de mampostería del impresionante cargadero, así como el cocherón de locomotoras, situado frente al edificio de viajeros, que exhibe el aire colonial y sencillo de todas las estaciones de la línea del Great Southern of Spain Railway (Ferrocarril de Lorca a Baza y Águilas). Ambos edificios se encuentran actualmente en rehabilitación. También tenemos la ocasión de descubrir, en un deprimente estado de abandono, una báscula de hierro forjado para el pesaje de vagones construída en 1889 por W & T Avery, de Birmingham, para el G.S.S.R.
El siguiente objetivo es el Cargadero de los Canos, donde hasta 1968 se embarcaba el mineral procedente del Cable de Cabarga San Miguel. Situado apenas a 3 kilómetros de la estación de Serón, comprobamos con estupor que resulta imposible conectar ambos enclaves por medio de su vía natural, la extinta línea Guadix-Almendricos, por cuanto las obras de “mejora” de la carretera del Almanzora han mutilado su trazado, hipotecando cualquier perspectiva de recuperación en forma de tren turístico o vía verde, en una nueva muestra de sensibilidad de las Administraciones hacia las expectativas de desarrollo sostenible. Como veremos más adelante, mientras un Ayuntamiento compra un tractor y un vagón de pasajeros para pequeños recorridos turísticos, la Junta de Andalucía destroza la vía a muy pocos metros de allí. Todo un alarde de coherencia.
El Cargadero en sí es una excelente muestra de funcionalidad, consistiendo en un gran depósito superior con capacidad para 40.000 toneladas, sobre el que vertía la estación terminal del cable. Por debajo del mismo, dos túneles paralelos permitían la descarga por gravedad sobre los vagones. Muy cerca, nos deleitamos también con el puente metálico sobre la Rambla del Higueral. Para terminar el recorrido, es visita obligada la excelentemente conservada Estación de Tíjola, a unos 5 kilómentros de Los Canos. Como un espejismo en mitad de un desierto, el visitante no puede dar crédito a la visión de un tractor diesel de Renfe y un coche de viajeros en madera de dos ejes junto al andén principal. Como ya dijimos anteriormente, el Ayuntamiento de Tíjola pretende establecer un pequeño tren turístico que explote las enormes posibilidades de la comarca, habiendo realizado pruebas de circulación, aunque no se hayan concretado aún las expectativas.
En definitiva, un estimulante recorrido entre el esplendor de nuestro pasado minero y la esperanza en un futuro que sepa aprovechar las inmejorables oportunidades de puesta en valor de un patrimonio industrial excepcional.
Texto: Mario López Martínez