Evolución histórica: del esplendor a la obsolescencia (1900-1970)
La palabra tranvía suele estar asociada a imágenes de ciudades en blanco y negro con diligentes personajes que se trasladan con una rapidez antinatural y en las que, inevitablemente, aparece un curioso vehículo que se desplaza por rieles embutidos en calles y avenidas, con un estilizado trole en su parte superior y, generalmente, atestado de gente que sube y baja sin cesar. Sin embargo, también podemos asociar la palabra tranvía a la de un moderno y actual sistema de transporte urbano, especialmente diseñado para mejorar la calidad de vida en las ciudades por las que circula y favorecer así un desplazamiento cómodo y “limpio” de sus ciudadanos.
En España, a partir de 1900, comenzó un interesante proceso de implantación de redes tranviarias en sus principales ciudades. Los tranvías de principios del siglo XX estarían mayoritariamente alimentados por tracción eléctrica, en sustitución de los viejos tranvías y ómnibus de tracción de sangre o de vapor de la segunda mitad del siglo XIX. El elitista y caro sistema de transporte anterior sufriría un espectacular vuelco con los nuevos tranvías, que serían más económicos y rápidos convirtiéndose en el medio de transporte más popular en numerosas ciudades españolas. En concreto, en 1933, hasta un total de 32 ciudades disponían de los modernos y populosos tranvías por sus calles y vías más concurridas (entre ellas ciudades de cierta semejanza con Almería, como Alicante, Cartagena, Castellón, Ferrol, Granada, Linares, Málaga, Vigo, etc.). Su extensión kilométrica alcanzaba los 1.243 km y a lo largo de ese mismo año transportaron algo más de 630 millones de viajeros, alcanzando su máximo en 1953 con más de 1.000 millones de viajeros transportados en toda España.
A partir de este momento, el transporte colectivo en superficie iba a tener al autobús como principal referente, mientras el novedoso metro horadaba el subsuelo de las principales ciudades españolas. Falsos criterios de conectividad relegaron progresivamente a los viejos tranvías, y se sustituyeron los tradicionales y civilizados bulevares por amplias e impersonales avenidas capaces de albergar un número ingente de automóviles, autobuses y camiones. Los ciudadanos ahora serían peatones que tendrían las aceras y los pasos de peatones como territorio acotado. En nuestras ciudades se circulaba cada vez más deprisa, pero de una forma menos humana. El tranvía terminaría siendo extinguido, los tendidos eléctricos desguazados y los raíles arrancados, quedando relegado a una mera atracción turística en algunas poblaciones (p. Ej. Barcelona o Sóller, en Baleares).
Fue un error de previsión mayúsculo, pues, en vez de reordenar las líneas tranviarias y modernizar el material rodante, adaptándolo a los nuevos tiempos, se favoreció la circulación del automóvil sin tener en cuenta un más que posible crecimiento desmesurado de su número. Al cabo de poco tiempo, el uso indiscriminado del coche particular ha generado una gran congestión en el tráfico que dificulta su propia circulación y la del servicio público de autobuses, incrementado todo esto con la contaminación atmosférica y acústica, además de un sinnúmero de servidumbres que todos padecemos en la actualidad.
Esta situación ha propiciado que en muchas ciudades europeas y españolas se vuelva la vista al tranvía como medio de transporte público capaz de solucionar muchos de los problemas derivados del tráfico rodado. Valencia fue el primer municipio que reintrodujo el tranvía en su red de transportes públicos en el año 1994, obteniendo unos resultado altamente satisfactorios (incrementos anuales de un 25 % en el número de viajeros) y ampliando la red posteriormente. Alicante, Barcelona, Bilbao y La Coruña han apostado decididamente por su recuperación, optando, según las necesidades particulares, por un modelo de metro ligero (moderna denominación de tranvía) distinto en cada una de ellas; otras poblaciones, tales como Granada, Las Palmas de Gran Canaria, Málaga, Murcia, Oviedo, Vigo o Vitoria están desarrollando sus propios proyectos y tienen al tranvía dentro de sus prioridades para el diseño ideal de sus ciudades.
Nuevos tiempos, nuevos planteamientos: la modernidad del Tranvía
Pero, ¿cuáles son las características del moderno tranvía?, ¿y qué ventajas aporta a la configuración del transporte urbano? En primer lugar, hay que describir al tranvía como un vehículo modular, fácilmente adaptable a la tipología urbana, no contaminante y de gran capacidad de transporte. Su aforo puede alcanzar hasta el de 15.000 personas por hora y sentido (una unidad sustituye a 180-200 automóviles), todo ello sin necesitar obras de infraestructura especiales, pues se adapta perfectamente al trazado urbano, ya que asume reducidos radios de curva (16 m.) y rampas pronunciadas (6 %). El tranvía soslaya igualmente uno de los mayores problemas que tienen las ciudades modernas, la elevada emisión de CO2 a la atmósfera por parte de automóviles y autobuses que pueblan sus calles y avenidas: el tranvía, por el contrario, no contamina y su alimentación por tendido eléctrico permite una ciudad más pura y más limpia. También más silenciosa, su nivel de ruido no supera los 76 dB(A) y el uso de nuevos materiales en carriles y ruedas reduce considerablemente la contaminación acústica creciente en nuestras ciudades. En el diseño de estos vehículos se incluye también la accesibilidad a todo tipo de personas de movilidad reducida, ya que su nivel bajo de suelo (300 mm) permite un amplio y cómodo acceso al vehículo. Su velocidad comercial también mejora notablemente las prestaciones del transporte urbano tradicional, frente a los 12-13 km/h del autobús el tranvía ofrece velocidades medias en torno a los 20-22 km/h, con una velocidad máxima de 70 km/h.
Los costes económicos: primer establecimiento, mantenimiento y explotación, pueden ser asumidos por las diferentes administraciones, ya que el uso y disfrute es conjunto para residentes y visitantes, y ésta es la línea que se está siguiendo en los proyectos que están en funcionamiento. Además, según recientes estudios, los automóviles, camiones y autobuses generan en España el 93,2 % de los costes externos anuales del transporte (costes sociales por accidentes y congestión del tráfico; costes ecológicos por contaminación, ruidos, cambio climático, impacto paisajístico; costes de mantenimiento de las infraestructuras, etc.), mientras que el modo ferroviario sólo el 1,6 %, siendo aquellos los más subvencionados por la sociedad al no asumir directamente cada usuario (vía precios, en vez de los presupuestos) los enormes gastos que generan (40.643 millones de euros). Es fácil deducir que la situación se está haciendo insostenible y sería preciso empezar a tomar medidas que mejore este panorama.
En este contexto se presenta el tranvía como una solución eficiente y racional en el transporte urbano y metropolitano, en donde se convertiría en el sistema básico, siendo complementado por la red de autobuses y el automóvil, ya que la sociedad debe concienciarse de que los desplazamientos reiterativos (p. Ej. Centro-Universidad) tienen que ser atendidos por medios de transporte con una escasa incidencia ambiental.
La infraestructura por la que circula el tranvía se presenta como un elemento que favorece el cambio del paisaje urbano y se integra perfectamente en la ciudad. Actualmente, los tranvías circulan por plataforma reservada, es decir, las vías están embebidas en la calzada, cuyo espacio está separado del destinado a los automóviles y se diferencia por tener un pavimento y color distinto, incluso en zonas que lo permiten, se disimula el carril con la plantación de césped u otros elementos, esto crea al ciudadano una sensación de permanencia en las áreas por donde discurren y favorece la rehabilitación de espacios degradados, vertebrando así más adecuadamente a la ciudad.
El Tranvía como opción de futuro para la ciudad de Almería y su entorno
Hoy por hoy, está comprobado que en las ciudades donde están implantados los tranvías, sus ciudadanos sienten un orgullo especial por poseer un medio de transporte singular, eficiente y respetuoso con el medio ambiente, lo cual eleva su calidad de vida. Almería, a pesar de algunos intentos y, como podemos comprobar en el recuadro, a diferencia de la vecina Granada, nunca tuvo tranvía y, quizás, al no tener una referencia del pasado, ni mejor ni peor, las autoridades públicas no se hayan planteado seriamente en encargar un estudio de viabilidad para su implantación en el municipio y su ámbito de influencia.
El municipio de Almería presenta (según el padrón de 1998) una población de 169.059 habitantes, con unas perspectivas de crecimiento a corto y medio plazo de consideración, tanto en el casco urbano como en la periferia, especialmente en su previsible extensión hacia levante y la urbanización de la zona de El Toyo. Esta situación irá complicando aún más la circulación de automóviles que, con su característica voracidad a la hora de ocupar suelo público, unido a los demás costes externos que generan, degradarán sensiblemente la calidad de vida de los almerienses. No hay más que echar un vistazo al tráfico rodado actual y pensar qué ocurriría en un escenario de futuro si no se crean las alternativas oportunas al coche particular.
El actual servicio público de autobuses, a pesar de haber modernizado su flota, no parece que esté dando una respuesta satisfactoria al ciudadano: es lento, irregular en sus frecuencias y caro. Las dos primeras deficiencias vienen dadas, precisamente por compartir el espacio con el resto de los vehículos (¿de qué sirven los carriles-bus si no se respetan?), siendo la tercera la que disuade al posible usuario de su utilización y lo hacen poco atractivo para los desplazamientos. Dejamos aparte la propia estructura de las líneas, que tanta polémica viene generando desde su reciente modificación.
En esta situación y previniendo el futuro, se incardina el proyecto de tranvía o metro ligero de superficie para la ciudad de Almería, que reordene totalmente el transporte público, convirtiéndose en la columna vertebral del sistema y siendo complementado por la red de autobuses.
Sin entrar en cuestiones técnicas, ya que son las empresas especializadas en estos estudios los encargados de valorarlas, la hipotética red tranviaria de Almería debería unir los puntos siguientes: Pescadería-Puerto, Centro-La Rambla, Universidad-Costacabana, Retamar-El Toyo; y Centro-La Rambla, Hospital Torrecárdenas, Universidad-Costacabana. En el plano adjunto se pueden comprobar cuales serían las líneas básicas que se proponen. Las posibles ampliaciones llevarían este medio tanto a levante, con la interesante posibilidad de conectar el Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar, como a poniente, Aguadulce, El Parador, Roquetas de Mar, Vícar e, incluso, El Ejido, pues la alta adaptabilidad del tranvía a los espacios existentes favorecería su penetración en estas zonas (p. Ej. con la reutilización del trazado de la antigua Nacional 340), frente a las dificultades, técnicas y económicas, que tendría que afrontar un ferrocarril convencional de viajeros para su extensión al Poniente. De esta manera, se obtendría una comunicación muy eficiente entre la capital y una zona que alcanza una población de 99.952 habitantes (padrón de 1998) y con perspectivas de un gran desarrollo, contribuyendo a racionalizar el uso del vehículo particular.
Si a todo esto se une una política comercial de precios claros y económicos, que favorezcan la utilización de los nuevos y ágiles medios de pago o se emplee el billete único para tranvía y autobús en los transbordos, entre otras acciones a llevar a cabo, el éxito estaría asegurado. A este más que previsible éxito contribuiría el emplazamiento de aparcamientos disuasorios para automóviles en puntos estratégicos, facilitando la intermodalidad.
Un primer paso, de cara a conocer la aceptación de este novedoso modo de transporte en Almería, sería, como ya se ha hecho en otras ciudades, la construcción de un tramo de pruebas que sirva posteriormente (por ejemplo, desde el Palmeral hasta la Universidad), para que circulen vehículos de distintos fabricantes y el ciudadano pueda dar su opinión acerca de los mismos y del servicio en sí. A partir de la experiencia se iría ampliando el proyecto en la dirección que se estime más conveniente.
Los fondos europeos para proyectos de transporte urbano son una fuente de financiación primordial que está facilitando la implantación del tranvía en muchas ciudades españolas y europeas, pues la Unión Europea está especialmente interesada en reducir el impacto negativo que el tráfico de automóviles genera y, ante ello, la potenciación del transporte público es una prioridad. Además, como ya ha quedado referido, la participación de las administraciones estatal y autonómica, junto a la ineludible aportación municipal, daría visos de viabilidad a un proyecto que debe ser propuesto como irrenunciable para los próximos años.
Si en los últimos años del siglo pasado se realizó una obra que cambió el aspecto de Almería, la Rambla, durante los primeros años de este siglo XXI se puede culminar un gran proyecto de ciudad mediterránea. El soterramiento del ferrocarril permitiría conectar dos grandes zonas urbanas y abrir una gran avenida, manteniendo el acceso del tren al centro, y la implantación del tranvía como base fundamental del transporte público almeriense serían dos acciones determinantes para convertir a Almería en una ciudad habitable, de gran calidad de vida e imagen inmejorable hacia el exterior.
El tranvía de Tabernas a Almería (1899): Un proyecto frustrado Al amparo de un crecimiento económico y urbano relevante (la ciudad de Almería había pasado de los 29.000 habitantes de 1860 a los más de 47.000 de 1900) surgen numerosas intenciones de potenciar el transporte dentro de la ciudad y que posibilite una mejor relación con otros medios que cuentan con un especial apogeo en ese momento. El ferrocarril, de reciente construcción, y el puerto, en constante fase de expansión. La mejora de los servicios urbanos de transporte, vendría en ese momento propiciada por la novedosa aplicación de la tracción eléctrica a los tranvías tradicionales arrastrados por recuas de mulos o por ruidosas locomotoras de vapor. |