El año pasado se celebró el centenariode la inauguración del tramo de ferrocarril que une Almería con Guadix; fue un hecho de tal trascendencia que interesó a toda la población; utilizando el Boletín Eclesiástico de aquellos años como fuente histórica quiero hacer una aportación más a tan fausto acontecimiento.
El interés del nuevo obispo de Almería Don Santos Zárate, por la construcción del ferrocarril hay que situarlo en la postura que tomó al llegar a esta diócesis que más tarde expresaría con las siguientes palabras: «Cuando traído por la Providencia llegué yo a este pueblo, oí desde luego sus justísimas quejas e hice mías sus legítimas aspiraciones ».
El obispo se incorporó a la diócesis en diciembre de 1.887 y antes del año caen unas lluvias torrenciales sobre la provincia que producen inundaciones arrasando casas y campos. Se encuentran a las orillas de la mar y en la desembocadura de los ríos cincuenta y dos cadáveres.
El 15 del mismo mes publica una Carta Pastoral sobre el tema en el que expresa su pensamiento sobre las soluciones que puede tener la profunda pobreza de Almería: que construyan canales, carreteras, muelles, ferrocarriles… y añade: «Mientras que aquí para viajar de la capital al interior, es casi preciso embarcarse: la crecida de un solo río nos deja incomunicados días enteros; continúan sin explotarse los ricos veneros de las montañas por falta de medios de transporte; siendo esto causa de que emigren al África millares de personas, dejando a sus familias en la miseria y la orfandad. Clamemos con el respeto debido, pero con incansable insistencia, y el Gobierno Central nos oirá ». Seguidamente abre una suscripción para socorrer a los perjudicados, terminando en abril de 1.889.
D. Santos Zárate no se queda sólo en las buenas palabras, sino que pasa a la acción: el diecisiete de marzo del año siguiente marcha a Madrid presidiendo comisión de nuestra provincia, a fin de conseguir que el Gobierno aprobase la construcción del ferrocarril; embarcaron en Almería con rumbo a Cartagena para desde allí continuar viaje en tren hacia Madrid.
Las gestiones tuvieron un éxito rotundo; regresaron el once de abril por el mismo camino; la travesía en el vapor Cabo de Palos duró quince horas; fueron recibidos con cohetes (voladores dicen las crónicas), repicaron todas las campanas de las torres y se organizó con los carruajes «un brillante pasacalle que dio la vuelta a toda la ciudad».
La subasta se verificó en la capital de España el 18 de mayo de 1.889, adjudicándose al Banco de Madrid; conocida la noticia por telégrafo, los vecinos se congregaron ante el domicilio del Obispo por haber marchado a la Corte al frente de la Comisión Gestora para defender los intereses de Almería. Se decretaron tres días de fiesta.
La primera piedra se puso el dieciseis de julio de 1.890; el lugar elegido fue el Ingenio donde se levantó un altar para la bendición.
El acto comenzó a las ocho de la mañana. Primeramente D. Santos se dirigió al numeroso público que allí se habíar reunido; entre otras cosas, dijo que para gobernar es preciso amar y que siendo Obispo de Almería, él tenía que amar a su pueblo y, por tanto, llorar con los que lloran y estar alegre con los que están contentos. Más adelante se refiere a que con motivo de las Visitas Pastorales ha visto pueblos sin hombres, viviendas abandonadas por la emigración; que contempla en el puerto una interminable caravana de centenares de personas que van a África buscando el pan; y que hoy se alegra porque brilla un rayo de esperanza. «La religión tiene aquí su puesto obligado, pues ella no sólo se ocupa de los intereses espirituales, sino también de.cuanto al hombre puede hacer feliz»; «Pretender que la religión esté reñida con la ciencia es un absurdo y una injusticia».
Terminó diciendo: «Sea esta piedra como el centro de donde arranquen esas fájas de hierro que nos pongan en comunicación con lo restante de España y el Continente: la base sobre la cual se levante la columna en que todos puedan considerar escritas estas palabras: Almería y sus provincias hermanas estaban muertas: ¡han resucitado!. Seguidamente se procedió a la bendición. y colocación de la primera piedra dentro de la cual iba un tubo de plomo con un acta firmada y varias monedas; mientras tanto, el coro de la catedral y la banda municipal interpretaron diversas piezas. Al acto asistieron también personalidades de Granada y Jaén.
A los cinco años de empezadas las obras, ya estaba construido el primer ramal que unía Almería con Guadix. La inauguración consistió en el recorrido de la primera ciudad a la segunda y regreso acompañado de diversos actos; a bordo del tren viajaban el Obispo, las autoridades y los jefes de las compañías constructora y concesionaria; partieron a las dos de la tarde y llegaron a las siete; en la estación de Guadix esperaban el Obispo de aquella Diócesis, el Ayuntamiento y otras muchas, personas; una velada literaria en el Círculo de Obreros Católicos que discurrió entre poesías, discursos e intermedios musicales. Terminó el veinticuatro de julio de 1.895.
Al día siguiente, bendijeron la locomotora y la via y a continuación se incorporaron el tren, además de los viajeros que partieron de Almería,, el Obispo y demás autoridades de Guadix, personajes de Madrid y del extranjero, comisionados de Granada, representantes de la prensa y otros invitados. Al paso del convoy por las estaciones era aclamado por los pueblos que habían acudido en masa con sus autoridades y bandas de música. En la estación de Santa Fe ofrecieron un almuerzo a los expedicionarios y a las cuatro y media de la tarde, llegaba a Almería el tren inaugural; el pueblo le esperaba y se organizó un desfile de carruajes hasta la Catedral.
*Enrique SILVA RAMÍREZ es sacerdote e historiador